Claude Monet vivió desde 1883 hasta su muerte en 1926 en el
encantador pueblecito normando de Giverny a unos 70 km de Paris, en una casita pintada de rosa y
rodeada de jardines. Este largo período
de tiempo le permitió acondicionar la casa a su gusto, adaptándola al mismo
tiempo a su vida familiar y profesional.
Al principio, la vivienda llamada la casa de la Prensa (
una prensa de manzanas situada sobre la pequeña plaza vecina dio nombre a la
barriada), era de reducidas dimensiones, Monet la agrandaría de cada lado, hasta llegar a 40 metros de
largo por solo 5 metros de ancho. La propiedad de Giverny tiene alrededor de
una hectárea dividida en dos áreas por una antigua via ferroviaria que se
atraviesa gracias a un túnel.
La casa, de dos pisos, mantiene los muebles y
decoraciones originales. El taller del pintor, el comedor, la cocina, el
dormitorio de Claude, el de su esposa Alice y el pequeño salón azul de lectura
donde se conservan las estampas japonesas que tanto gustaba coleccionar al
artista y de las que llegó a tener más de doscientas.
El recorrido comienza con la sala de lectura también
llamado "pequeño salón azul" comunicación con "la tienda de
comestibles", donde se almacenaba el té, aceite de oliva, las especias y
los huevos en muebles de colgar en la pared.
Después se entra en el primer taller del artista, donde
trabajó hasta 1899 y que fue objeto de una reconstrucción en 2011. Iniciado por
Hugues R. Gall, la reconstitución
de la vida en la casa-taller del pintor disfrutó el generoso patrocinio de la
Fundación Versalles. Sesenta pinturas, que son réplicas, fueron seleccionados
para darnos una idea de cómo era el ambiente en el cual Monet pintaba, además que
reutilizaron el ochenta por ciento de los muebles ya existentes.
El comedor de la casa ha sido restaurado en cada
detalle. En las paredes de color amarillo, se puede admirar la colección de
estampas japonesas. Los muebles pintados de color amarillo eran muy modernos
para la época, se puede ver también la vajilla de loza amarilla y azul
que Monet tenía que hacer para las fiestas.
En la cocina cubierta con azulejos azules de Rouen, la enorme estufa
con varios hornos y utensilios de cobre parece esperar el regreso de sus
propietarios.
Una escalera conduce a la primera planta donde están los
apartamentos privados. En primer lugar, nos encontramos con la habitación de Monet. En 2013 fue objeto
de una meticulosa reconstrucción escénica. Objetos y obras pictóricas están
presentes en la habitación incluyendo
pinturas reproducciones de sus amigos: Cézanne, Renoir, Signac y Caillebotte.
El recorrido continúa por cuarto de de Alice, que da a una
pequeña habitación diseñada para coser.
Finalmente, la última de las habitaciones es el
dormitorio Blanche Hoschedé-Monet que se abrió al
público por primera vez en 2014.
Clos Normand
Cuando Monet y su familia se instalan en Giverny en 1883, el terreno
que desciende desde la casa hasta la carretera es un vergel rodeado de altos
muros de piedra. Una alameda central a la sombra de abetos lo atraviesa. Monet los hará talar,
conservando únicamente los dos tejos más cercanos a la casa a petición de
Alice.
Este Clos Normand de cerca de una hectárea, Monet lo transforma en un
jardín rico en perspectivas, en simetrías y en colores. El terreno se
distribuye en parterres donde los macizos de flores de diferentes alturas crean
los volúmenes. Los árboles frutales o de decoración dominan los rosales
trepadores, los tallos esbeltos de las malvarrosas y las masas coloreadas de
las plantas anuales. Monet mezcla las flores mas humildes (margaritas y amapolas)
con las variedades más rebuscadas.
La alameda central está recubierta de arcos sobre los
que crecen los rosales trepadores. En contrapunto otros rosales cubren la
barandilla que bordea la casa. Al final del verano las capuchinas invaden el
suelo de la avenida central.
A Claude Monet no le gustan los jardines organizados o encorsetados.
Alía las flores en función del color, como si se tratara de pinceladas y las
deja crecer a sus anchas.
A lo largo del tiempo se apasiona por la botánica,
cambia planteles con sus amigos Clemenceau o Caillebotte. Siempre a la busqueda de variedades raras, hace traer a fuerza de copiosos
gastos, bulbos o jóvenes planteles. “Todo mi dinero se va detrás de mi jardín”,
confiesa. Pero también: “Estoy maravillado”.
El jardín de agua
En 1893, diez años después de su llegada a Giverny, Monet compra el terreno
vecino a su propiedad del otro lado del ferrocarril. Un pequeño arroyo lo
atraviesa, el Ru, una desviación del Epte. A pesar de la oposición de los campesinos colindantes
que temen que envenene el agua al plantar vegetales raros, pero con el apoyo de
la Prefecture, Monet hace excavar un
pequeño estanque. En una carta al prefecto del Eure, declara :”Se trata
únicamente de algo para el recreo y el placer de los ojos, y también para tener
modelos para pintar; no cultivo más que plantas como nenúfares, juncos, lirios
de diferentes variedades que crecen espontáneamente a lo largo de nuestros
ríos, y nunca podrán envenenar las aguas”. A continuación el estanque será
agrandado hasta llegar al tamaño actual. El jardín de agua lleno de curvas, se
inspira en los jardines japoneses que Monet conoce por las estampas de las que es un fervoroso
coleccionista. Encontramos en este jardín de agua el famoso puente japonés
cubierto por las glicinias, otros puentes más pequeños, sauces llorones, un
bosquecillo de bambúes y sobre todo los famosos nenúfares que florecen durante
todo el verano. El estanque y la vegetación que lo rodea forman un mundo
cerrado, independiente de los campos aledaños.
Nunca hasta ahora un pintor había dado forma hasta este
punto a su modelo de naturaleza antes de pintarlo, creando dos veces su obra. Monet encuentra en ello su
inspiración durante más de veinte años. Después de la serie de los puentes
japoneses se consagra a los nenúfares, hasta las gigantescas decoraciones de l’Orangerie. Siempre a la
búsqueda de brumas y transparencias, Monet se interesa cada vez más a los reflejos del agua, una
especie de mundo inverso transfigurado por el líquido elemento.
El puente japonés
Monet ha pintado su puente 45 veces!. Para construirlo llamó
a un artesano local. Cuando la restauración del jardín el puente estaba
demasiado estropeado para ser recuperable. Tuvo que ser reconstruido por una
empresa de Vernon.
Las glicinias que lo cubren fueron sembradas por Monet.
Excelente Eliza es algo grandioso lo realizado por este pintor que causa una impresión óptica de la pintura de flores sobre el agua o tela, es muy cierto que se llamo impresionista por sus buenas y mejores obras donadas a famosos museos de Francia. Eres muy dedicada para elaborar un gran trabajo artístico, te admiro amiga.
ResponderEliminarMe encanta Monet y también me encanta su casa y su jardín que tanto lo inspiró. Muchas gracias Cornelio
ResponderEliminarQue gran post!
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