El Pont Neuf (Puente Nuevo) es, a pesar de su nombre, el puente más antiguo sobre el río Sena en París, Francia. En 1578 el rey Enrique III puso la primera piedra y fue terminado bajo el reinado de Enrique IV, quien lo inauguró en 1607. Fue el primer puente de piedra en París que no incluía viviendas en su estructura, debido a la decisión de Enrique IV que quería favorecer una visión clara del Louvre.
En 1862, Edouard Fournier describe cómo, incluso desde antes de la inauguración del puente, algunas pandillas de ladrones se escondían en los alrededores y robaban a los transeúntes. También se produjeron varios asesinatos y durante mucho tiempo, el puente tuvo su propia horca. Todo esto no impedía que muchas personas acudieran al lugar, atraídos por los puestos, artistas callejeros (acróbatas, tragafuegos, músicos…), charlatanes y curanderos que eran habituales en la zona. Estafadores y carteristas merodeaban entre la multitud así como existía un activo comercio de la prostitución.
El lento declive del papel social del puente se inició en 1754 y con el tiempo se produjeron muchos cambios hasta reducir su actividad al único fin para el que fue creado. En 1840, Lacroix escribió: “El Pont Neuf era una feria perpetua, pero en la actualidad es sólo un puente para cruzar sin detenerse".
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