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martes, 13 de noviembre de 2012

Memoria anecdótica de Montevideo ; Damas sobre el taburete y otras cosas


Iglesia Matriz de Montevideo. Acuarela de Lauvergne.
 

El francés Dom Pernetty estampó la indolencia en la cual vivían los montevideanos en la época de la Colonia diciendo : “ Las mujeres y los hombres de Montevideo se levantan muy tarde; excepto aquellos que están empleados en el comercio…. que permanecen de brazos cruzados hasta que se les ocurra ir a fumar un cigarro con alguno de sus vecinos”. “La gente no se ocupa más de conversar en rueda, tomar mate, y fumar cigarros”. Aunque hay caza en las inmediaciones , no van de caza “porque eso los fatigaría”.” Algunos montan a caballo pero no para dar un paseo  por los alrededores, sino simplemente para dar una vuelta por las calles. Si le viene ganas , se bajan del caballo, se juntan con amigos, hablan por horas sin decirse nada, fuman, toman mate y vuelven a montar a caballo”.
En cuanto a las mujeres el francés, no las vio muchas más diligentes: “Permanecen sentadas toda la mañana en los taburetes de sus salas, teniendo bajo sus pies una estera cubierta de mantas de indios o de pieles de tigres. Allí tocan la guitarra o algún instrumento y cantan o toman mate”. Y más adelante observa “Tienen la misma libertada que en Francia. Les gusta hacer sociedad y no se hacen rogar para cantar, bailar, tocar el arpa, la tiorba o el mandolino. Cuando no bailan se mantienen sentadas en sus taburetes, colocados sobre un estrado al fondo de la sala de recibo.


Botas, botas, botas
A los montevideanos del siglo XVIII les resultaba facilísimo cambiar a cada rato de calzado. No tenían más que atrapar un animal suelto, de los tantos que abundaban,  matarlo, cuerearlo y con el cuero fabricarse un buen par de botas. El resto del animal, como era habitual entonces, se abandonaba sin aprovechar. Así ocurrió hasta 1785, en ese año el cabildo tuvo que intervenir prohibiendo la práctica, porque los propietarios de ganado se quejaron de la mortandad que ocasionaban los vecinos para fabricarse botas nuevas. Y no es exagerado hablar de “mortandad” ya que se calculó que unas 6000 reses morían por año, con el fin zapateril.
No era posible ejercer la vigilancia sobre los animales en cuestión, entonces  el Cabildo directamente prohibió las botas de vaca. El que fuera sorprendido luciendo un par, ya fuera de vaca o de ternero, sería castigado con una fuerte multa..
Desde entonces hubo que fabricar las botas con cuero de yeguas o de potros. Con lo cual la autoridad mató dos pájaros de un tiro, ya que eran un descontrol las yeguadas que andaban suelta en los alrededores de Montevideo, perjudicando a los ganaderos..
Pero en resumidas cuentas fueron  los ganaderos, al salvar su hacienda de los latrocinios, los que en verdad se pusieron las botas.



Barbas, barberos y barberías
Las barberías montevideanas rigieron en nuestra costumbres desde la época colonial hasta finales del siglo XIX por lo menos. No tenían , como tuvieron las peluquerías después un nombre que las distinguieran a cada cual. Ni siquiera cartel en la puerta, pero empleaban sí un distintivo de la profesión, que colgaba de la puerta: una bacía o jofaina de las que se usaban para batir la espuma del jabón para la afeitada.
La barbería mantenía su única puerta bien cerrada en invierno, pero abierta de par en par en el verano, por entonces se usaba una cortina de zaraza floreada, de muchos colorinches, que protegía al salón de la resolana. Al entrar a la barbería, se encontraba un reducido salón con sus paredes blanqueadas a la cal, rústicos pisos de baldosas o ladrillos, techos de vigas de madera crudamente al aire….y en un rincón sobre un brasero, una perenne caldera hirviente, que tanto usaban para alas afeitadas o para cebar el infaltable mate.
El método de a afeitada difería mucho de los de hoy. Por lo pronto al menos en la Colonia, no se conocía la brocha, la enjabonada la hacía el barbero valiéndose de sus dedos…..y se empleaba por aquel entonces un procedimiento que el afeitador de hoy ni sospecha: una nuez. A una señal del barbero, el cliente se introducía en la boca una nuez, que debía de depositar entre la mejilla y los molares para que sirviera de base dura en la que afirmar el filo de la navaja para asegurar el descanutamiento.. Y como no era cuestión de estar dilapidando nueces, lo común era que la misma nuez sirviera para unas cuantas afeitadas sucesivas….



Primer teatro de aficionados

En tiempos del Gobernador Pino, un navío de la marina española atracó en nuestro puerto. Entre la oficialidad de este barco se había constituido un conjunto teatral que divertía a sus compañeros, representando una comedia muy cómica. Se enteran los montevideanos, y ya no los detiene nadie: no descansarán hasta que consiguen que bajen a tierra “los cómicos”. Pero sucede que Montevideo por ese entonces, no contaba todavía con ninguna sala teatral, así que se improvisa un escenario en la misma Plaza del Fuerte (hoy Plaza Zabala), y allí se presentan los oficiales españoles con ruidoso éxito.. …Tan ruidoso fue, que a alguien se le ocurrió que ya era hora que Montevideo contara  con un teatro, ese alguien fue don Manuel Cipriano de Melo, quién se propuso construir una sala a mediano plazo, y lo logró. Gracias a su empeño, Montevideo no demoró en inaugurar el primer teatro o “Casa de Comedias”, que estuvo emplazado donde hoy se levanta el Palacio Taranco.
 
Casa de Comedias



Datos sacados de ”Bulevar Sarandí” de Milton Schinca

5 comentarios:

  1. Estas memorias anexdoticas son muy amenas, espero la próxima

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    1. Muchas Gracias por comentar, pronto haré la tercera parte

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  2. Hacía años que no leía estas anécdotas que nos hacen recordar cuan poco ha cambiado

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    1. Hola Carlos....estoy de acuerdo contigo, ha cambiado poco en algunas cosas..

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