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lunes, 9 de noviembre de 2015

A veces... vuelo

Sucede durante pocos segundos. Es casi una sensación, una sacudida que me acaricia y me hace sentir que puedo con todo.
Me pasa cuando estoy harta y decido que ya no acumulo más rabia y vacío la mochila de horrores y chismes perversos.
Cuando estoy en el tren, mirando por la ventana, y el mar salpica las rocas y me doy cuenta de que hay mucha belleza que no abarcan mis sentidos. Y al volver la vista, mis ojos chocan con los de una niña que ríe y lleva zapatos rojos.
Vuelo cuando pido perdón por uno de mis millones de errores y al otro lado encuentro comprensión y caricias. Cuando me doy cuenta del poder que tienen las palabras y del que tenemos todos al usarlas sin saberlo.

Me pasa cuando escribo. Cuando cuento historias raras y alguien las lee y me dice que se ha emocionado o me da las gracias cuando soy yo quién debería pasar una eternidad agradecida por el gesto.
A veces vuelo cuando miro atrás y recuerdo que pude y que insistí a pesar de que hubo momentos en que tenía una necesidad inmensa de tirar la toalla. Me veo fantástica y me da esperanzas para creer que todos, cuando queremos, somos maravillosos.
A veces vuelo mientras lloro porque puedo transformar el dolor en magia.
Vuelo si amo y, como amo mucho, vuelo sin parar. Vuelo durante los abrazos de más de seis segundos y con cualquier tipo de beso deseado y buscado. A penas levanto un milímetro del suelo, tal vez ni siquiera eso, pero noto como mis pies flotan y el aire se llena de oxígeno y una euforia densa me cubre el pecho.
Vuelo y, cuando vuelo, el corazón se me acelera y el pulso escribe notas en mi cabeza para que cante sin abrir la boca y baile sin moverme apenas…
Cuando camino un rato, puedo volar. La soledad me invade y todo a mi alrededor se vuelve lento y mientras yo doy un paso el mundo está quieto y puedo metérmelo en el bolsillo .
Vuelo si sueño despierta y el deseo de tocar ese sueño es tan intenso que las lágrimas de ilusión por imaginarlo inundan mi rostro cansado pero acelerado de tanto inventar…
Vuelo si pongo paz y si cierro heridas. Vuelo si alguien a mi lado puede volar o es capaz de creer que yo pueda.
Vuelo cuando la bestia me mira y sé que me quiere, a pesar de ser tan feroz que todo el mundo crea que va a devorarme las manos con las que la acaricio.
Vuelo si puedo imaginar que vuelo.
Vuelo si me quiero tanto que me perdono las erratas y dejo de culparme por no haber existido en una perfección imposible.
Puedo volar si puedo sentir. Si consigo mirar al abismo y pensar que voy a esquivarlo a golpe de conciencia. Si me noto tan elástica que doy la vuelta y me adapto al marco de la foto que me hago cada día.
Si me respeto a mi misma tanto que soy capaz de no reprocharme, ni medirme, ni recortarme. Si soy capaz de mirarme con ojos bondadosos.
Si me quiero y encuentro hermosa, vuelo… Si a pesar de estar muy cansada, pretendo insistir… Vuelo.
Si camino por un pasillo lleno de caras agrias y no me importa… Vuelo.
Vuelo cuando me lo juego todo, tanto si me equivoco como si acierto, porque lo que cuenta es la intención y el gesto…
Vuelo si estás a mi lado y me abrazas.
Vuelo cuando tengo tanto miedo que levanto la cabeza y sigo adelante para no darme cuenta de que lo tengo y no quedarme paralizada. Cuando admito que tengo miedo y soy capaz de decirlo en voz alta.
Vuelo cuando no oculto de mi esencia y me atrevo a mostrarla. Cuando mi imprudencia supera mis complejos, cuando me arriesgo a perder y pierdo y me miro a la cara.
Vuelo cuando no me avergüenza admitir que vuelo y hablo cuando muchos desearían que me quedara callada.
Vuelo, pero vuelo poco y vuelo corto aún, porque a menudo me preocupa demasiado perder el control y me ocupo demasiado en demostrar al mundo que valgo la pena… Y esa lucha por defenderme de un mundo, que en el fondo no me ataca como yo creo, me quita energía y me resta magia.
Vuelo bajo porque mientras vuelo no siempre me suelto ni confío en mi misma como merezco… Porque la cabeza se me llena de pensamientos funestos y se adueñan de mi ánimo.
A veces, vuelo. Es sólo un instante, y a menos de un milímetro del suelo, pero es tan grande esa sensación que casi me noto las alas.
Merce Roura

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