Hubo un momento en el que creías que la tristeza sería eterna; pero volviste a sorprenderte a ti mismo riendo sin parar.
Hubo un momento en el que dejaste de creer en el amor; y luego apareció esa persona y no pudiste dejar de amarla cada día más.
Hubo un momento en el que la amistad parecía no existir; y conociste a ese amigo que te hizo reír y llorar, en los mejores y en los peores momentos.
Hubo un momento en el que estabas seguro que la comunicación con alguien se había perdido; y fue luego cuando el cartero visitó el buzón de tu casa.
Hubo un momento en el que una pelea prometía ser eterna ; y sin dejarte ni siquiera entristecerte terminó en un abrazo.
Hubo un momento en el que sentiste que no podrías hacer algo: y hoy te sorprendes a ti mismo haciéndolo.
Hubo un momento en el que creíste que nadie podía comprenderte; y te quedaste paralizado mientras alguien parecía leer tu corazón.
Así como hubo momentos en que la vida cambió en un instante, nunca olvides que un instante también puede cambiar tu vida y aún habrá momentos en que lo imposible se tornará un sueño hecho realidad.
Esta pintoresca isla está habitada por más de 10.400 personas, junto con el islote lindante, Vivara, y dos islas más del golfo napolitano, todas se integran a las Islas Flégreas. Este pueblo colgado junto al mar tiene esa mixtura de calidez, desorden y alegría que sólo se encuentra en Italia. En esta isla se filmó "Il Postino", entre otras películas.
El castillo parece un escenario de un cuento de hadas. Situado en un acantilado cerca de Honau en la Jura de Suabia, Baden-Württemberg, Alemania, en una zona que también recibe el nombre de La ruta de los castillos, Su nombre significa "la luz (colores) de piedra."
Históricamente ha habido un castillo en el sitio desde alrededor de 1200. Fue destruido dos veces, una en la guerra Reichskriegs de 1311 y otra vez por la ciudad-estado de Reutlingen, en 1381. El castillo no fue reconstruido y posteriormente cayó a la ruina.
En 1802, la tierra pasó a manos del rey Federico I de Württemberg, que construyó un pabellón de caza allí. En 1837 las tierras pasaron a su sobrino el duque Guillermo de Urach, Conde de Württemberg, que, inspirado en la novela de Wilhelm Hauff Lichtenstein, añadió el actual castillo en 1840-1842. El diseño romántico neogótico del castillo fue creado por el arquitecto Carl Alexander Heideloff.
Cilaos es una pequeña población de Isla Reunión de Francia en el Océano Índico de unos 6000 habitantes. Se encuentra en medio de una gran caldera a unos 1200 metros de altitud, y es un lugar de increíble belleza pues parece situado en la cima del mundo, aislado por las numerosas y elevadas montañas que la rodean (el pico más alto es de 3.070m). La caldera (generalmente conocido como el "Cirque"), también es el nombre de la comunidad. Según algunos historiadores la palabra Cilaos encuentra su origen en el nombre de un esclavo llamado Malagasian Tsilaos que se escapó de su dueño y que se refugió en este lugar.
Casi siempre, esa gente se vuelve lacrimosa. Cuando alguien la encuentra se pone a contarle su desgracias hasta que otra de sus desgracias acaba siendo que nadie quiere encontrársela.
Esto último no le pasó nunca a la tía Ofelia, porque a ella la vida la cercó varias veces con su arbitrariedad y sus infortunios, pero mi tía jamás abrumó a nadie con la historia de sus pesares. Dicen que fueron muchos, pero nadie sabe siquiera cuántos, y menos las causas, porque ella se encargó de borrarlos cada mañana del recuerdo ajeno.
Era una mujer de brazos fuertes y expresión juguetona, tenía una risa suave y contagiosa que supo soltar siempre en el momento adecuado. En cambio, nadie la vio, jamás, llorar.
A veces le dolían el aire y la tierra que pisaba, el sol de amanecer, la cuenca de los ojos. Le dolía como un vértigo el recuerdo y como la peor amenaza el futuro. Un tiempo despertaba a media noche con la certidumbre de que se partiría en dos, segura de que dolor se la comería de golpe. Pero apenas había luz para todos, ella se levantaba, se ponía la risa, se acomodaba el brillo en las pestañas y salía a convivir con los demás como si los pesares la hicieran flotar.
Nadie se atrevió nunca a compadecerla. Era tan extravagante su fortaleza, que la gente empezó a buscarla para pedirle ayuda. ¿Cuál era su secreto? ¿Quién amparaba sus aflicciones? ¿De dónde sacaba el talento que la mantenía erguida frente a las peores desgracias? Un día le contó su secreto a una mujer joven cuya pena parecía no tener remedio:
“Hay muchas manera de dividir a los seres humanos”, le dijo. “Yo los divido entre los que se arrugan para arriba y los que se arrugan para abajo. Y quiero pertenecer a los primeros. Quiero que mi cara de vieja no sea triste, quiero tener las arrugas de la risa y llevármelas conmigo al otro mundo. Quién sabe lo que habrá que enfrentar allá.”
Se trata de dos impresionantes cascadas petrificadas (carbonato de calcio) formadas, desde hace miles de años, por el escurrimiento de agua carbonatada. Desde los manantiales, el agua desciende por agrestes cantiles de más de 50 metros de altura.
Hierve el Agua ha sido reconocido como un probable lugar sagrado de los antiguos zapotecos, que fue situado aquí debido, quizás, a sus grandes contrastes naturales, pues está en el corazón de una abrupta sierra que durante el estiaje se caracteriza por su extrema aridez.
El área de manantial que da origen a ésta, fue aprovechada para crear una gran alberca que actualmente se ha convertido en balneario natural, de agua regularmente templada.
Finalizado en 1930, el edificio Chrysler es un símbolo distintivo de la ciudad de Nueva York, que mide 319 metros y está situado en el lado este de Manhattan en la intersección de la calle 42 y la Avenida Lexington
El edificio Chrysler fue diseñado por William van Alen para el contratista William H. Reynolds y posteriormente vendido a Walter P. Chrysler como sede central para su compañía. su ornamentación hace de él un clásico del Art Decó.
Lo más sorprendente son los siete pisos que forman la cúpula, de arcos escalonados con ventanas triangulares abuhardilladas y enmarcadas en acero brillante al níquel-cromo. Incluso tal como está hoy en Manhattan rodeado de edificios altos, llama la atención. La proeza más sorprendente de la construcción de Van Alen es su aguja
de 27 toneladas situada a 319 metros de altura, más que la torre Eiffel.
La aguja, montada en secreto en el interior, fue levantada a través de
una abertura en la parte superior, lo que fue todo un espectáculo para
los curiosos.
Las gárgolas en forma de águila de las esquinas de los escalones en el piso 59 y los tapones de radiador alados del nivel 31, dan al edificio un perfil impresionante, aunque ninguno de ellos sea más que un detalle comparado con su cúpula.
A la vera del río Uruguay, a ocho kilómetros al sur de Fray Bentos se encuentra el balneario Las Cañas, un paraje natural, ubicado entre puntas barrancosas y el tupido monte nativo.
Queguay en guaraní,significa “sitio donde confluyen los ensueños”, ya nos habla de la belleza única de los Montes del Queguay, un paraíso histórico y ecológico que desde 2010 integra el Sistema Nacional de Áreas Protegidas. Es una zona de bosques, esteros, bañados y lagunas que ocupan 41 mil hectáreas (4 mil protegidas) en el departamento de Paysandú, a 38 kilómetros de la ciudad de Guichón y a 70 de la capital departamental. Tan fascinantes como los tesoros históricos de la zona son sus riquezas ecológicas. Se trata del mayor ecosistema de bosques fluviales existente en Uruguay. En los bosques ribereños del río Queguay Grande hay un extenso sendero interpretativo con más de 40 especies de aves autóctonas (muchas en peligro de extinción) y 23 de árboles, entre ellos el quebracho, el tala, la coronilla, el ceibo y el viraró.
En Montes del Queguay se emplaza en el histórico “Rincón de los Pérez”, donde confluyen los arroyos Queguay Grande y Queguay Chico, además de varios afluentes (Buricayupí, Guayabos, Sauce del Queguay, Capilla Vieja, Juncal). En esta antigua estancia de la familia Pérez, quedan vestigios de la producción agrícola a fines del siglo XIX. En el Rincón de Pérez está la Cueva del Tigre, famosa por acoger la mayor colonia de murciélagos en el país.
La calzada Andrés Pérez, de 1893, es una de las construcciones más valiosas del lugar Estos bosques tienen un especial valor histórico ya que fue uno de los últimos hogares de las comunidades charrúas, antes de la oscura Masacre de Salsipuedes, ocurrida cerca de allí. Son frecuentes los hallazgos de objetos pertenecientes a las familias indígenas, además de la presencia de círculos piedras asociados a la cultura charrúa.
En esta zona también se encuentra la antigua tapera de Melchora Cuenca, la esposa paraguaya de José Artigas, quien lo acompañó durante el gobierno de la Provincia Oriental en Purificación. Detrás de la vivienda pasa la mítica senda por la que se cree llegaron los indígenas de otras partes de América, conocida como “Camino de los Indios”. Otro de los legados históricos de los Montes del Queguay es la Estancia El Ancla, fundada en 1857 por Manuel Custodio Silveira (conocido como “Don Maneco”). Aquí funciona un museo donde se exhiben utensilios indígenas hallados en la zona.