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jueves, 6 de diciembre de 2012

Observando "La Primavera" de Sandro Botticelli


La primavera es una de las obras maestras del pintor renacentista Italiano Sandro Botticelli.Representa a Venus, adornada con flores por las Gracias, que anuncia la llegada de la primavera. Fué realizada alrededor del año 1482, pintada al temple sobre una tabla de 203cm x 314 cm. Actualmente se encuentra en la Galería Uffizi en Florencia, Italia.

 Flora, diosa de las flores de la primavera.

El cuadro presenta el reino de la diosa del amor, Venus, en el que entran la primavera, con sus flores y el amor. Fue pintado para Lorenzo di Pierfrancesco de Médici, presumiblemente con ocasión de su boda en 1482.

La Primavera es, sin embargo, altamente ilustrativa de la iconografía y forma clasicista, representando a dioses clásicos casi desnudos y a tamaño natural y con un complejo simbolismo filosófico que requería un hondo conocimiento de la literatura y sincretismo renacentistas para interpretarla.

Botticelli opta aquí por un formato monumental, con figuras de tamaño natural, y lo compagina con una gran atención al detalle. Esto puede verse en las diversas piezas de orfebrería, representadas minuciosamente, como el casco y la empuñadura de la espada de Mercurio o las cadenas y los broches de las Gracias.
Estudios interesantes son los que se han realizado sobre las relaciones dimensionales de las partes de la escena en referencia a reglas musicales.



Las tres gracias, acompañantes de la diosa del amor Venus, danzan en corro.

No obstante, hay quien apunta a que son en realidad mandarinas, cuyo nombre clásico, medica mala, aludiría a los Médici. Detrás de Venus hay un mirto, planta tradicionalmente sagrada para ella. Mientras, la parte derecha está hecha de árboles doblados por el viento o por la fuerza creadora, en concreto laureles, lo que sería una alusión al novio, Lorenzo, en latín Laurentius.

En suelo es una capa de hierba muy oscura en la que están detalladas flores típicamente toscanas que aparecen en el mes de mayo. Son también reconocibles las de Flora: en la cabeza lleva violetas, aciano y una ramita de fresas silvestres; en torno a su cuello, una corona de mirto; en el manto lleva rosas; por último, va esparciendo nomeolvides, jacintos, iris, siemprevivas, clavellinas y anémonas.



Venus, diosa del amor.


En el centro de un bosque de naranjos, sobre un prado de flores, aparece Venus, la diosa del amor; y sobre ella, su hijo Amor disparando sus flechas con los ojos vendados. Como señora de este bosque ha retrocedido un poco, como si quisiera dejar pasar al cortejo.

La postura y el movimiento de las figuras se repiten en la configuración de los árboles, originándose una unidad armónica entre el hombre y la naturaleza. Por encima de Venus, los naranjos forman un arco semicircular que, como una aureola, rodea a la diosa como figura central del cuadro
.




Céfiro, el dios del viento, persigue a la ninfa Cloris, hasta transformarla en Flora.

El dios del viento aparece en el lado derecho del cuadro, como un ser alado azul verdoso. Hincha con fuerza sus mejillas, para soplar sus cálidos aires. Pero las intenciones de Céfiro resultan ser poco pacíficas. El irrumpe violentamente en el jardín, haciendo que los árboles se doblen. Persigue a una ninfa envuelta en un ropaje transparente que, temerosa, vuelve la mirada hacia él.

De su boca salen flores, mezclándose con las que pueblan el vestido de la doncella que se encuentra a su lado. Esta introduce su mano entre los pliegues del ropaje, para esparcir por el jardín las rosas que ha recogido.

La clave para entender esta escena un tanto enigmática se encuentra en los fástos, un calendario romano de Ovidio. Esta describe el comienzo de la primavera como la metamorfosis de la ninfa Cloris en Flora, la diosa de las flores. Céfiro, se lamenta, sintió despertar una loca pasión tan protno la vio. La persiguió para hacerla su mujer por la feurza. Pero como le dolió esta impetuosidad, la transformó en la diosa de las flores de la 

primavera.


Mercurio, heraldo de los dioses, protege el jardín de Venus contra los intrusos.

En el lado izquierdo del cuadro vemos a las tres Gracias, acompañantes de Venus, danzando armoniosamente en corro. Tras ellas, mercurio, quien cierra el cuadro hacia la izquierda. Se le reconoce por las sandalias aladas y por el bastón en su mano derecha, alzada, alrededor de la cual están enrolladas dos serpientes.

Según la mitología Mercurio separó con él las dos serpientes que luchaban entre sí, con lo que el bastón se convirtió en el símbolo de la paz. Con él, mercurio expulsa las nubes que amenazan entrar en el jardín de Venus.

Así se convierte en el protector del jardín, en el que no hay nubes y en el que reina la paz eterna. Este carácter de guardián queda subrayado por la llamativa espada, símbolo de que esta en condiciones de expulsar, en todo momento, a los enemigos.



En este cuadro se han encontrado casi 500 especies de plantas, entre ellas 190 flores.


Cupido, hijo de Venus, está disparando una de sus flechas de amor.

La primavera y Venus vienen; ante ellas, el heraldo alado de Venus, y cerca de las huellas de Céfiro, la Madre Flora esparce sus dones por el camino y lo llena de colores y aromas escogidos...

Ante ti, oh diosa, huyen los vientos, las nubes del cielo ante ti y tu llegada, a ti te envía flores olorosas la artista Tierra, a ti te sonríe la superficie del mar, y el cielo se muestra radiante ante ti, pleno de luz.

Apenas ha despertado la primavera al día y, desencadenado, reina el soplo preñado de Céfiro, los pájaros te anuncian a ti diosa, y tu llegada, el corazón estremecido por tu poder, cautivo de tu bellezam viertes en el corazón de todos tu amor, suavemente excitante, haces que, llenas de deseo, se multipliquen las especies.

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