Páginas

sábado, 10 de octubre de 2015

La casa y los jardines de Monet en Giverny


Claude Monet vivió desde 1883 hasta su muerte en 1926 en el encantador pueblecito normando de Giverny a unos 70 km de Paris, en una casita pintada de rosa y rodeada de jardines.  Este largo período de tiempo le permitió acondicionar la casa a su gusto, adaptándola al mismo tiempo a su vida familiar y profesional.

Al principio, la vivienda llamada la casa de la Prensa ( una prensa de manzanas situada sobre la pequeña plaza vecina dio nombre a la barriada), era de reducidas dimensiones, Monet la agrandaría de cada lado, hasta llegar a 40 metros de largo por solo 5 metros de ancho. La propiedad de Giverny tiene alrededor de una hectárea dividida en dos áreas por una antigua via ferroviaria que se atraviesa gracias a un túnel.



La casa, de dos pisos, mantiene los muebles y decoraciones originales. El taller del pintor, el comedor, la cocina, el dormitorio de Claude, el de su esposa Alice y el pequeño salón azul de lectura donde se conservan las estampas japonesas que tanto gustaba coleccionar al artista y de las que llegó a tener más de doscientas.

El recorrido comienza con la sala de lectura también llamado "pequeño salón azul" comunicación con "la tienda de comestibles", donde se almacenaba el té, aceite de oliva, las especias y los huevos en muebles de colgar en la pared.


Después se entra en el primer taller del artista, donde trabajó hasta 1899 y que fue objeto de una reconstrucción en 2011. Iniciado por Hugues R. Gall, la reconstitución de la vida en la casa-taller del pintor disfrutó el generoso patrocinio de la Fundación Versalles. Sesenta pinturas, que son réplicas, fueron seleccionados para darnos una idea de cómo era el ambiente en el cual Monet pintaba, además que reutilizaron el ochenta por ciento de los muebles ya existentes.





El comedor de la casa ha sido restaurado en cada detalle. En las paredes de color amarillo, se puede admirar la colección de estampas japonesas. Los muebles pintados de color amarillo eran muy modernos para la época, se puede ver también la vajilla de loza amarilla y azul que Monet tenía que hacer para las fiestas.




En la cocina cubierta con azulejos azules de Rouen, la enorme estufa con varios hornos y utensilios de cobre parece esperar el regreso de sus propietarios.


Una escalera conduce a la primera planta donde están los apartamentos privados. En primer lugar, nos encontramos con la habitación de Monet. En 2013 fue objeto de una meticulosa reconstrucción escénica. Objetos y obras pictóricas están presentes en la habitación  incluyendo pinturas reproducciones de sus amigos: Cézanne, Renoir, Signac y Caillebotte.
El recorrido continúa por cuarto de de Alice, que da a una pequeña habitación diseñada para coser.
Finalmente, la última de las habitaciones es el dormitorio Blanche Hoschedé-Monet  que se abrió al público por primera vez en 2014.


Clos Normand 
Cuando Monet y su familia se instalan en Giverny en 1883, el terreno que desciende desde la casa hasta la carretera es un vergel rodeado de altos muros de piedra. Una alameda central a la sombra de abetos lo atraviesa. Monet los hará talar, conservando únicamente los dos tejos más cercanos a la casa a petición de Alice.
Este Clos Normand de cerca de una hectárea, Monet lo transforma en un jardín rico en perspectivas, en simetrías y en colores. El terreno se distribuye en parterres donde los macizos de flores de diferentes alturas crean los volúmenes. Los árboles frutales o de decoración dominan los rosales trepadores, los tallos esbeltos de las malvarrosas y las masas coloreadas de las plantas anuales. Monet mezcla las flores mas humildes (margaritas y amapolas) con las variedades más rebuscadas.
La alameda central está recubierta de arcos sobre los que crecen los rosales trepadores. En contrapunto otros rosales cubren la barandilla que bordea la casa. Al final del verano las capuchinas invaden el suelo de la avenida central.
A Claude Monet no le gustan los jardines organizados o encorsetados. Alía las flores en función del color, como si se tratara de pinceladas y las deja crecer a sus anchas.
A lo largo del tiempo se apasiona por la botánica, cambia planteles con sus amigos Clemenceau o Caillebotte. Siempre a la busqueda de variedades raras, hace traer a fuerza de copiosos gastos, bulbos o jóvenes planteles. “Todo mi dinero se va detrás de mi jardín”, confiesa. Pero también: “Estoy maravillado”.





El jardín de agua
En 1893, diez años después de su llegada a Giverny, Monet compra el terreno vecino a su propiedad del otro lado del ferrocarril. Un pequeño arroyo lo atraviesa, el Ru, una desviación del Epte. A pesar de la oposición de los campesinos colindantes que temen que envenene el agua al plantar vegetales raros, pero con el apoyo de la Prefecture, Monet hace excavar un pequeño estanque. En una carta al prefecto del Eure, declara :”Se trata únicamente de algo para el recreo y el placer de los ojos, y también para tener modelos para pintar; no cultivo más que plantas como nenúfares, juncos, lirios de diferentes variedades que crecen espontáneamente a lo largo de nuestros ríos, y nunca podrán envenenar las aguas”. A continuación el estanque será agrandado hasta llegar al tamaño actual. El jardín de agua lleno de curvas, se inspira en los jardines japoneses que Monet conoce por las estampas de las que es un fervoroso coleccionista. Encontramos en este jardín de agua el famoso puente japonés cubierto por las glicinias, otros puentes más pequeños, sauces llorones, un bosquecillo de bambúes y sobre todo los famosos nenúfares que florecen durante todo el verano. El estanque y la vegetación que lo rodea forman un mundo cerrado, independiente de los campos aledaños.
Nunca hasta ahora un pintor había dado forma hasta este punto a su modelo de naturaleza antes de pintarlo, creando dos veces su obra. Monet encuentra en ello su inspiración durante más de veinte años. Después de la serie de los puentes japoneses se consagra a los nenúfares, hasta las gigantescas decoraciones de l’Orangerie. Siempre a la búsqueda de brumas y transparencias, Monet se interesa cada vez más a los reflejos del agua, una especie de mundo inverso transfigurado por el líquido elemento.



El puente japonés
Monet ha pintado su puente 45 veces!. Para construirlo llamó a un artesano local. Cuando la restauración del jardín el puente estaba demasiado estropeado para ser recuperable. Tuvo que ser reconstruido por una empresa de Vernon.
Las glicinias que lo cubren fueron sembradas por Monet.






3 comentarios:

  1. Excelente Eliza es algo grandioso lo realizado por este pintor que causa una impresión óptica de la pintura de flores sobre el agua o tela, es muy cierto que se llamo impresionista por sus buenas y mejores obras donadas a famosos museos de Francia. Eres muy dedicada para elaborar un gran trabajo artístico, te admiro amiga.

    ResponderEliminar
  2. Me encanta Monet y también me encanta su casa y su jardín que tanto lo inspiró. Muchas gracias Cornelio

    ResponderEliminar