Los retratos de Pierre Gonnord

Elijo a mis contemporáneos en el anonimato de las grandes urbes porque su rostro narra, bajo la piel, historias singulares e insólitas sobre nuestra época. Hostiles a veces, casi siempre frágiles y muy a menudo heridos detrás de la opacidad de su máscara, ellos representan unas determinadas realidades sociales y, a veces, otro concepto de la belleza. También intento acercarme al individuo inclasificable y atemporal, sugerir hechos que se repiten desde tiempos lejanos . Quisiera invitar a cruzar una frontera. La historia de las últimas décadas en Occidente, las migraciones, el éxodo rural, el movimiento feminista, la revolución sexual, el despertar del integrismo religioso, las sucesivas crisis económicas, la era de la comunicación, la globalización… todo ello ha profundamente contribuido a modificar las mentalidades, los estilos de vida, hasta quebrantar el edificio social.
Ando buscando en los puntos de encuentros de la escena urbana: calles, plazas, cafés, estaciones, universidades… luego más allá en las barriadas periféricas, lugares tan aislados del Mundo y escenarios más marginales como cárceles, hospitales, albergues sociales, centros de reinserción, monasterios, circos… porque también allí está nuestra sociedad. Últimamente me estoy acercando a ciertas minorías y comunidades desplazadas por razones étnicas, económicas, políticas… sean los gitanos o la gente de los Balcanes, del Magreb, emigrados recientemente a España. Mi último proyecto indaga en las comunidades rurales más aisladas de la península Ibérica, que viven del suelo, del subsuelo y del mar a lo largo de la histórica “Ruta de la Plata” sean granjeros, mineros del carbón o gente del mar, desde los riscos de Asturias y Galicia hasta los bosques de “Tras Os Montes” en Portugal, las marismas y los desiertos de Andalucía. Por primera vez he ampliado mi mirada desde la geografía del rostro humano hacía los espacios donde viven esas personas para desarrollar una reflexión sobre el paisaje.
Texto de Pierre Gonnord

Nacido en Francia en 1963, es uno de los principales exponentes de la práctica del retrato fotográfico en la actualidad. A lo largo de la última década ha desarrollado una trayectoria absolutamente singular que le diferencia y define.
Los retratos de Gonnord pertenecen a personas marcadas por el trabajo duro y la vida poco apacible, personas agredidas por un entorno hostil que hace mella en su forma de ser, de pensar y de vivir
Dado a su método de interactuar con las personas para lograr un entorno tranquilo en donde se pueda capturar el realismo de la persona o su verdadera forma de ser, Gonnord logra encontrar esta parte de las personas y la captura, y esta es la razón por la cual lo llaman el escrutador de almas.