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sábado, 22 de septiembre de 2012

El palacio ideal del cartero


Nacido en Charmes-sur-Herbasse, al sur de Lyon (Drôme, Francia), Ferdinand Cheval era un cartero rural, escultor y constructor autodidacta. En 1879, a la edad de 43 años, comenzó a levantar su Palacio Ideal, originalmente llamado “El Templo de la Naturaleza”.



Para construir este monumental edificio en el que “se mezclan los estilos de todos los países y todas épocas”, trabajó durante 33 años y necesitó más de 3500 sacos de piedras. En pie desde hace un siglo, el monumento arquitectónico recibe a más de 130 mil turistas que cada año vienen a contemplar la obra levantada solamente por un obstinado hombre.





Ferdinand Cheval es considerado uno de los precursores del surrealismo, y su palacio, representante del arte naïf en la arquitectura mundial, tiene una larga lista de celebridades entre sus admiradores: André Breton (le dedicó un poema al cartero —Le Revolver à cheveux blancs), Max Ernst (produjo una obra en homenaje a Cheval que se exhibe en la Fundación Guggenheim de Venecia), Niki de Saint-Phalle y Jean Tinguely (quien afirmó que “El Cíclope” era deudor de este monumento), Pablo Picasso, Roberto Matta, Julio Cortázar y Pablo Neruda.


A la edad de 77 años, y después de 33 levantando el palacio de su obstinado sueño, al cartero le sobró energía para construir su propio mausoleo en el cementerio parroquial, a apenas un kilómetro del pueblo de Hauterives, cerca de un campo de girasoles. “La tumba del silencio y el descanso eterno” fue completada luego de 8 años de trabajo, cuando Ferdinand llegaba a los 86 de edad. El cartero Cheval murió dos años más tarde.


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